QUIERO VER A ELÍAS

Un judío piadoso había escuchado decir que algunas personas muy religiosas habían logrado el privilegio de ver al profeta Elías. Para eso, según le habían dicho, tenía que hacer ciertos ejercicios espirituales muy complejos. 

Por lo tanto se fue a ver a su Maestro, para pedirle que le enseñara como podría tener él un encuentro con el profeta. 

Su Maestro trató de convencerle de que aquello no era posible, pero durante muchos meses, días tras día, su discípulo insistió con su petición de ver al profeta Elías. 

Finalmente unos días antes de las Pascua, el Maestro le dijo que le instruiría, pero con la condición que siguiera todas sus instrucciones al pie de la letra. 
El discípulo acepto. 

"Bien –dijo el Maestro- si quieres ver al profeta tienes que hacer lo siguiente: Consigue nueve cajas y llénalas de gran cantidad de comida: pescado, carne, pan sin levadura, vino etc. Luego el día anterior a la cena de Pascua irás al barrio más pobre de la ciudad y en lo más pobre del barrio más pobre irás a la casa más destartalada, tocaras la puerta y preguntaras si puedes pasar la fiesta alli". 

El hombre, emocionado, hizo exactamente lo que le había señalado su maestro. 

Cuando tocó la puerta, le abrió una mujer que le respondió: 

"¿Como podría recibirte si no tengo nada de comida en la casa? Somos una familia muy pobre" dijo llorando 

"Yo traigo unas cajas con comida -Contestó el discípulo- Hay suficientes alimentos para todos". 

Entró pues a la casa. Los niños cargaron las cajas saltando con gran alegría, los pobres, nunca habían visto tanta comida en toda su vida. Fueron los niños más felices del universo. 

El discípulo estuvo allí dos días celebrando la Pascua con la familia, mientras esperaba ansioso ver al profeta. Pero todo fue en vano, el profeta Elías no apareció. 

Frustrado, el discípulo regresó a ver a su Maestro y le dijo: 

"Rabino, estuve dos días en esa casa y no vi al profeta, ¿Por que me has engañado?" 

"¿Has hecho todo tal y como yo te dije?"  

"Si lo hice!" respondió "¿Y no viste a Elías?" 

"No. Elías no apareció" 

"En este caso – Repuso el Maestro- tienes que volver otra vez a esa casa, pero quédate afuera, de pie, escondido, cerca de la ventana y escucha." 

Al discípulo le sorprendieron tan extrañas instrucciones, pero igual las cumplió. 

Regresó a la casa, y a través de la ventana escucho la siguiente conversación entre los esposos: 

"Sara -dijo el marido- estoy muy preocupado, porque no se como vamos a conseguir la comida para los dos últimos días de la Pascua". 

A lo cual su esposa respondió: 

"¿Por que estas preocupado? ¿Es que no has visto que los primeros dias de Pascua, Dios nos envió a Elías el profeta que nos trajo toda la comida y bebida que hacía falta? Estoy segura de que Dios nos lo enviará otra vez para los segundos días de la festividad". 

De repente el discípulo entendió lo que el Maestro le había dicho. 

¿Quieres ver a Elías? 

No lo busques en el cielo, o en las personas santas que están en las cuevas o en la cima de las montañas. ¡No! 

¿Quieres ver a Elías? 

Llena unas cajas de comida, alimenta a niños hambrientos, haz una buena acción y luego mírate al espejo y descubrirás al profeta. Veras a Elías en ti mismo.
 

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