TODO ESTO PASARÁ. CUENTO

Una vez, un Rey reunió a los sabios de su corte y les hizo un extraño encargo:

"Tengo un anillo con un diamante y quiero guardar, oculto dentro del anillo, un mensaje que me ayude en la adversidad. Quiero que ese mensaje ayude a mis hijos y a los hijos de mis hijos. Y tiene que ser pequeño, para que quepa bajo el diamante de mi anillo".

Los consejeros del rey eran grandes sabios y estaban dispuestos a escribir libros gordos, largos, pesados y aburridos… pero no se veían capaces de pensar un mensaje que contuviera dos o tres palabras y que cupiera debajo de un diamante de un anillo. Indagaron  y consultaron sus antiguos tratados de filosofia y de magia sin encontrar nada en que ajustara a los deseos del poderoso rey.

Un día se acercó al Rey el uno de sus criados, un pobre hombre que solía limpiar la caca de los caballos, y le dijo:

- Majestad, tengo escrito en este papel, justo lo que vos pedís. Mantenedlo guardado en el anillo e invocad su poder cuando ho halléis salida a una situación.

Y le dió un papelito arrugado y algo sucio, muy doblado.

A falta de nada mejor, el rey lo guardó.

Pasó el tiempo y llegó un día en que el país de nuestro rey fue invadido y el Rey  se vio amenazado y tuvo que huir del palacio montado en el primer caballo que encontró. La noche le sorprendió solo en el bosque, perseguido por un ejército de enemigos terribles.  En lo más oscuro de la noche atisbó que el camino se acababa y frente a él había un precipicio y un profundo valle.

El Rey no podía retroceder, porque el enemigo le cerraba el camino, ni avanzar, porque caería por el precipicio. Podía escuchar el trote de los caballos, las voces, la proximidad del enemigo... Entonces recordó el anillo y las palabras de poder que atesoraba. Con las manos temblorosas, sacó el papel y leyó lo que ponía:  “ESTO TAMBIEN PASARÁ”.

En ese momento fue consciente que una niebla espesa se había adueñado del bosque y que no se oía nada: ni el galope de los caballos, ni los gritos de los enemigos que querían su vida... Sin saber como, se había librado de la muerte que esperaba.

El Rey se sintió profundamente agradecido al sirviente y a su breve mensaje.  Dobló el papel, volvió a guardarlo en el anillo, regresó a su palació, reunió nuevamente su ejército y reconquistó su reinado.

El día de la victoria, en la ciudad hubo una gran celebración con música y baile…y el rey se sentía muy orgulloso de sí mismo. Mientras se revestía para la fiesta y contemplaba su corona vio de nuevo a su sirviente, en las cuadras, trabajando con los caballos. Sintió la necesidad de volver a abrir el anillo y de leer con más serenidad el mensaje:

“ESTO TAMBIEN PASARÁ”

Y  lágrimas de emoción brotaron en su mirada por que comprendió que aquel mensaje también tenía poder en situaciones placenteras. No es sólo servía para cuando eras el último, sino también para cuando eras el primero.

Y, nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba. Por que la sobervia había desaparecido.

Recuerda que todo pasa. Ningún acontecimiento, ninguna situación,  ni ninguna emoción son permanentes. Tras el día viene la noche, tras la noche, el día. La alegría pasa como pasa la tristeza.

Ahora estamos confinados, pero recuerda: 

ESTO TAMBIÉN PASARÁ



RECUERDA!!!
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